martes, 22 de octubre de 2024

ULTRAMAR

ULTRAMAR

Esa boca tuya.
Boca tuya, esa.
Tuya, esa boca.

Veo una boca.

Es una boca, si, dibujada en el techo de la noche. Aunque no sé si es la noche, o su pelo, el de la dueña de la boca encima de mí; tampoco sé si eso allí arriba son estrellas o sus ojos en máxima brillantez. Eso sí: la boca es una boca, de mujer, suya, lo sé porque es la boca que ahora deseo. Aunque quizás sea la noche misma, como esta noche de boca suya arriba mío.

Por mi piel no han pasado muchos amores, ni pocos. Pero han sido suficientes como para comprobar que existe una correlación entre la boca de una mujer y su vulva; que hay una concordancia entre una y otra. O mejor dicho: combinan entre sí, como cuando un color de ropa queda bien con el color del pelo, cuando a uno le va bien lo otro. No tengo dudas de que un cuerpo con determinada boca admite solo una determinada vulva. 

Su pelo cae sobre mi cara, boca tuya, esa, la que me anticipa tus otros labios, le digo sin decirlo mientras la miro, aunque no pueda escucharme. 

Aún no conozco su vulva pero la imagino a partir de los contornos de esta boca suya, la que encontré allí entre su pelo, negro como la noche ahí arriba. Primero su boca, luego el vulvar destino, ese es el orden de encuentros, todavía no vi su vulva, pero la intuyo, porque ya conozco su boca.

Ultramar su otra boca, más allá de donde habitan todos los mares. Esta primera boca es un puerto intermedio en el que recalaré antes de volver a zarpar para llegar a su otro puerto, el más oculto, el que otorga deleite cuando se abre para uno.

Soy hombre y suelo indagar el cuerpo de la mujer en busca del mayor placer que pueda proporcionarle. No es altivez, conozco mis limitaciones, por eso dejo que el instinto sea quien timonee mi barco. Pero como hombre que soy, mi razón se acomoda casi siempre entre los pliegues de mis acciones, disparando desde allí planteos que la mujer pulveriza de inmediato con salvaje pureza, con su boca. Palabras salvajes y puras, tuya esa boca, la que pronuncia pocas palabras, justas, húmedas del aliento de esa boca tuya

Pongo rumbo, sí. Mi mascarón de proa lleva un caballo alado, surcar estas aguas será cruzar el confín de la piel acompañado de sirenas buenas; bailar sobre un rayo lunar, elevar en espiral las semicorcheas de una canción marinera.

Navegaré nocturnamente con el pecho desabrochado. Aunque los grises vientos desparramen furias no impedirán a mi velamen henchido de ganas recalar en tu muelle, ni dejarán sus miedos en la sentina de mi alma.

Mi beso primero y el otro beso en sus labios bajos tendrán un algo de fruto prohibido y otro algo de salino regalo. En las setenta líneas de mis manos llevo el pasado arrugado, lleno de gaviotas como arrebatos que aún no han volado.

Más allá de todos los mares, más cerca del infinito que de mis horas, atraparé la gloria de un prodigio que aún no cesó y me vestiré de vanidades a la hora de su agasajo. Ahora un par de oscilaciones marcan mi brujular mirada: el norte carmesí de su boca visible y el oculto sur de esos otros labios en promesa.

Eso relatado, con estrellas en los ojos de ella, ocurrió en el momento en que todo puede ocurrir: la medianoche...

“Exactamente medianoche”, por La Blusera

Música: Daniel Beiserman, Letra: Adrián Otero

La medianoche porteña (de Buenos Aires) está en íntima relación con sus bares. La vida del porteño pasa por ellos: el café con los amigos, la primera cita, las charlas para arreglar el mundo, la reunión luego de una película… Comparto con ustedes un libro repleto de información y fotos de los bares más tradicionales de mi ciudad. Para leerlo clic en la imagen.


Mi imaginación sigue un hilo conductor... continuará.

GRACIAS POR LEER

domingo, 13 de octubre de 2024

CON LOS SUEÑOS PUESTOS

 -¡Decime que soy tu Catalina, decímelo! Con gesto típico en el momento intenso del amor me gemía al oído al tiempo que sus manos estaban a punto de romper las sábanas. Su pedido era el eco de una canción muy famosa en Argentina: Catalina sabía la rutina de la sábana rota por amor…

Eufórica y demostrativa su sonrisa le corría por la cara como el sol sobre la arena. No sabía de días ni relojes, ella habitaba otros espacios y transitaba la vida por una sola vereda: la del entusiasmo, su espontaneidad abrumaba. No se planteaba la razón por la cual estaba en su lugar, simplemente estaba; al escucharla y al verla gesticular quedaba claro su naturaleza espiritual no contaminada, sabía arder y no se quedaba quieta ante el fuego.

Habíamos desarrollado una bella amistad ni bien nos conocimos más allá de la diferencia de edad: ella dieciocho, yo veintinueve; amistad que transcurrió durante un año y medio. Hasta que una tarde de sol, recostados sobre el pasto de una barranca de la ciudad, se inclinó y con clara intención de besarme me dijo:

-No puedo más, tengo que decirlo, estoy enamorada de vos-. Temblaba, era una hoja más en la brisa del ocaso; sus palabras flotaron con un eco de dulzura y valentía.

-Te quiero mucho, pero sólo como amiga-, respondí con suavidad, como si cada sílaba me costara el doble. Mi sinceridad fluía entre dos mundos, el de la amistad y el del amor no correspondido.

Había algo en ella que no me seducía del todo. Pero fue tan compañera, tan de estar en todo lo mío que meses después me rendí, algo me sedujo de su actitud. Así iniciamos una relación con mucho de aventura, especialmente durante el viaje a un bello lugar junto a un lago.

Si bien no he conocido a la mujer justa para mí, los dioses me otorgaron un compensatorio privilegio: el de provocarle a algunas de mis novias su primer orgasmo. Ella nunca había tenido uno, tal vez vio en mí al hombre que le ayudaría. Tardó en llegar, ocurrió luego de varios encuentros, y una vez conseguido fue notable su capacidad orgásmica.

El recuerdo imborrable que conservo de aquella relación es el de la noche en que dormimos a la orilla del lago. Al amanecer nos zambullimos en él...


Me arropan las brumas.

Me habitan peces, me beben aves.

Innumerables mujeres se bañan en mí soñándose sirenas y los niños construyen, al mirarme, fantasías navegantes en aventuras sin final.

Anoche hice el amor con la luna y este amanecer di a luz dos cuerpos.

El de ella, jovial y entusiasta, con risa copiada del sol sin nubes. Piel amanecida de tersura; voz que va de asalto por las ventanas del mundo a robar oboes y violines; manos furtivas como vuelo de hadas. A ese cuerpo le otorgué la virtud del cardumen: ágil y vivaz en ronda de fiesta y de anhelo, con futuro en los ojos y el universo atrapado entre las piernas.

El de él, cuerpo a media jornada entre lo anhelado y lo aprendido, en cada ojo suyo cabe un camino. Piel que sabe a nostalgia y a periplos; pecho de roble en tormenta ajena. A su andar le di la fuerza del agua: tenaz al mirar diques por romper; con metáforas en el aliento y un caballo alado bordado en la sien.

Se amaron sobre mi orilla, ella bahía, él península. Y al arriar gemidos rumbo al viento, dejaron atrás las cosas del morir para temblar con los sueños puestos.

Sí, creo que ella fue valiente, con tenacidad consiguió lo que deseaba. Y hablando de valentía debo reconocer a la cantautora argentina Lali Espósito que ante las agresiones sufridas por nuestro presidente decidió crear un tema musical lleno de símbolos. Son demasiados, mencionaré algunos: El hombre bien vestido y enojado representa al presidente, el hombre con el bombo es lo popular que luego se lo lleva al olvido, la taza tiene el dibujo de un payaso con camisa de fuerza… y muchos más. Al final ella se va con la bandera argentina y el bombo a una manifestación popular contra las medidas del gobierno. Publico dos videos, el segundo con la incisiva letra.

"Fanático", Lali Espósito



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