Nota: Esta prosa fue publicada hace un año, pero decidí ocultarla porque el texto contiene un enfoque que puede resultar incómodo para algunos lectores, dado que aborda episodios muy privados con un tono directo y sin censura. Pero al releerla decido volver a mostrarla ya que mi blog no es del todo literario sino más bien contiene historias que me obligo a recordar porque han sido el combustible que me ayudó a vivir.
HORIZONTE CIRCULAR
1
Pasé mis primeros años dando tumbos por los baldíos, agazapándome entre ligustros para espiar el mundo o en las siestas robarles frutas a los vecinos. Tardes de sol en la espalda con lectura de revistas sobre la gramilla de los sueños.
Por mis nueve o diez años comencé a tener espontáneas reacciones en mi zona erógena, en especial al dormir. Esto fue incrementándose hasta que un día, al orinar, sentí algo desconocido, imprevisto: mezclado con la orina emergió un líquido blanco. La sensación fue tan placentera que lo que menos me importó era saber si era víctima de alguna enfermedad, a nadie quise contarle, a ver si encima se les ocurría curarme.
Entonces yo, que había pasado años enteros jugando a juegos manuales, descubrí recién ahí que tenía manos.
Y así finalizó mi niñez.
2
A los once años, el horizonte de la vida no es algo recto, su forma es circular: para donde uno mire ve futuro. Por entonces se daban grandes reuniones familiares, así veía asiduamente a una prima que tenía un año menos que yo.
No sé por qué, pero lo cierto es que los adultos no ejercían casi ningún tipo de control visual sobre nosotros y aprovechábamos para tocarnos en algún rincón de la casa. Lo cierto es que ante tal libertad, un día le pedí me muestre su parte íntima.
-Bueno -me dijo graciosamente-. Lo que vi hizo que me olvide de aquellos juguetes de mi cercana infancia. Eso tan maravilloso que tenía delante de mí, una pequeña raya vertical formada por dos labios de carne y sin un solo pelo fue, categóricamente, mi nuevo impulso de vida. La toqué y surgió un aroma que desconocía, salvaje pero infantil.
Otra delicia fue aquello que percibí al frotar mis dedos en su intimidad. Lógicamente la excitación era algo desconocido para ella y por lo tanto su zona no se humedecía, sequedad que producía un “triki cliki” apenas audible, hechiceramente sonoro.
Nuestros encuentros eran distantes pero tenían constancia.
Habiendo por entonces logrado una plena confianza mutua, le propuse mostrarle mis habilidades manuales.
-A ver -me dijo siempre graciosamente-. Nos sentamos en el piso, muy cerca, frente a frente y mis manos dieron inicio a su destreza ya adquirida. El rostro pueril suyo, cargado de curiosidad y asombro, me estimuló lo suficiente para que, sin mucha tardanza, mi púber blancura se derramara. Sin desviar la vista y en gesto de asombro me regaló su ¡Ah…!
Con esa exclamación finalizó mi pubertad.
3
Con un verano llegaron mis trece años y mis padres definieron nuestras vacaciones. Mar del Plata era por entonces la ciudad más hermosa de la costa atlántica argentina, allí fuimos. Llegamos al hotel y, al entrar, dos niñas de unos doce años me miraron, una de ellas con brillo suave en los ojos.
Durante quince días me desayuné en el salón comedor con la dulce mixtura de un café, unas tostadas y una mirada anhelante puesta sobre mí. Lo disfruté sin saberlo, sin la conciencia plena de estar ante un sentimiento puro como tal vez jamás volví a recibir.
En días de lluvia los chicos nos juntábamos espontáneamente en la zona de sillones. Ella siempre con su mirada de miel fresca buscando mis ojos, nunca le hablé a pesar de sentir su calidez a corta distancia. Me hacía bien su interés, pero no tuve el impulso de hablarle -jamás entendí por qué no lo hice y sin embargo hoy tanto la recuerdo-.
Hay canciones que atraviesan décadas desde que son creadas, legendarias obras que cada tanto algún cantante mantiene vigente. Por esos días una nueva versión de un tema antiguo sonaba en todas las radios.
Así llegó nuestro último día de vacaciones. Mientras mis padres preparaban las valijas salí de la habitación a esperarlos en los sillones, y ahí estaba ella con su amiga. Al verme llegar comenzó a cantar una breve estrofa de aquella canción que aún a tanto tiempo de distancia resuena en mi alma con vibración cósmica y que, de ser posible llevarse algo al otro mundo, quisiera que ese momento fuera uno de ellos:
-Espera un poco, un poquito más, para llevarte mi felicidad; espera un poco, un poquito más…me moriría si te vas…”
Al volver al barrio sentí que al futuro le faltaba una parte, algo había quedado detrás de mí. Y a lo lejos divisaba sólo una línea recta, el horizonte ya no era circular.
Ahora una versión de la canción mencionada en mi relato. Esta canción es famosa y ha trascendido décadas, sin embargo pocos saben que su autor es argentino, Dino Ramos. He decidido poner la mejor versión que conozco, de una cantante chilena, porque le da el sentido dramático necesario, no es una canción de amor, sino de desolación.
“La nave del olvido”, Mon Laferte
Música y letra: Dino Ramos
Me gusto tu relato tan sincero. Muestras parte de tu vida como dejas la niñez y tus primeros deseo. Me gusto el video. Te mando un beso.
ResponderEliminarGracias Citu, un beso.
EliminarDe repente descubriste tantas cosas... Por ejemplo, que lo que se queda atrás no vuelve. Eso sí, las sensaciones se quedan en los recuerdos.
ResponderEliminar👏🏼👏🏼👏🏼
Bien por los dos conceptos Galilea, época de descubrimientos que no vuelven salvo en el recuerdo.
EliminarUn abrazo.
No me he sentido incómoda para nada, quizás sea por como relatas esos años tan lejanos para mí. Volver a ellos ha sido como volver a nacer... ¡Gracias!
ResponderEliminarLa fotografía es buenísima y la canción no se queda atrás.
Aferradetes!
Hola Paula, me alegra que no te haya incomodado.
EliminarGracias a vos por tu constancia en las visitas.
Abrazos.
Eukel, nada de censura, es una prosa al despertar a la vida, al amor.
ResponderEliminarUna edad que empezamos a descubrir nuestro cuerpo y nuevas sensaciones.
Me pareció muy tierno cuando dices...que no quisiste decirle a nadie por miedo que te lleven al médico y te curen de algo tan hermoso que sentiste, sonreí.
Un relato hermoso, uno nunca se olvida del primer amor, ese amor de niño lleno de e inocencia y lleno de curiosidad a las nuevas sensaciones. no me incómodo, al contrario me dio ternura.
Besos
Gracias Mathilde, tu comentario es de muy buena persona y amiga bloguera. Me alegra que te haya gustado.
EliminarBesos también.
Los hitos de la vida, los momentos que se quedan grabados y se repiten como escenas que se sienten casi irreales cuando se rememoran y que disponen negro sobre blanco como el tiempo corre con alas en los pies.
ResponderEliminarSaludos!
Hola estimado amigo, gracias por el comentario y la visita.
EliminarAbrazo.
🪶 Bonjour Eukel, en ce dimanche où la lumière s’invite, ⊰
ResponderEliminar⊱ La clarté se dépose en dentelle infinie, ⊰
⊱ Chaque rue semble un vers que le soleil récite, ⊰
⊱ Et la terre s’incline sous l’azur qui bénit. ⊰
⊱ Les jardins sont des toiles où l’aube se repose, ⊰
⊱ Chaque fleur y compose un parfum de roman, ⊰
⊱ Et le temps, doux sculpteur, cisèle chaque chose, ⊰
⊱ Pour graver l’horizon d’un présent éclatant. ⊰
⊱ Que ce jour nous rappelle, au détour d’une allée, ⊰
⊱ Que la paix se dessine en gestes familiers, ⊰
⊱ Car la vie n’est qu’un pas, qu’une trace voilée, ⊰
⊱ Un poème fragile aux accents éphémères. ⊰
Cordialement, Régis.
⊱ ⎯⎯⎯ ❖ ⎯⎯⎯ ⊰
Hola Regis, gracias por tu visita y por tan delicado poema.
EliminarUn abrazo.
Hola, querida amiga.
ResponderEliminarMe tomé la libertad de seguirte.
Hay momentos en la vida que se quedan grabados en la memoria.
Magnífica publicación.!
Que tengas una buena noche.
Veronique 🌹
Hola Veronique, gracias por tu visita. Te cuento que los traductores virtuales no entienden de géneros humanos, seguramente sabrás que soy hombre. No hay problemas.
EliminarQue tengas lindos días.
Hola, me alegro que hayas decidido colgar este relato , el primero tuyo que leo y desde luego, no será el último. La historia me ha parecido muy tierna, nada incómoda, además contada con mucho cariño y respeto. La foto es espectacular.
ResponderEliminarHola Aina, gracias y bienvenida.
EliminarBonsoir mon ami,
ResponderEliminarTelle une fée rêveuse je sème un voile d’étoiles scintillantes sur ton ciel,
afin que ta nuit s’illumine de douceur et de sérénité. 🌙✨
Bonne nuit étoilée✨
Bise, Veronique
Hola Veronique, gracias por tus bellas palabras.
EliminarOtro beso.
Hermano, muy íntimo, honesto y especial tu relato
ResponderEliminarPaz
Isaac
Gracias querido Isaac.
EliminarAbrazos.
Hola Eukel, recuerdo cuando lo leí hace un tiempo y luego ya no estuvo. Me gustó y me sigue gustando la naturalidad con que narras el despertar, el paso de la niñez a la pubertad por el que todos transitamos y nos llena de curiosidad. Que bueno que lo volviste a publicar. Esa canción me trae lindos recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo!
Soñadora amiga, gracias por tu visita, siempre muy amable.
EliminarAbrazo para vos.
Eukel, que pases un hermoso día, gracias por tu comentario.
ResponderEliminarBesos
Gracias amiga, besos también.
EliminarGenial fin de semana. te mando un beso.
ResponderEliminarIgualmente Citu, un beso para vos.
EliminarComo la vida misma, nacemos y vamos descubriendo... Y entre esos descubrimientos, la vida crece. Me gustó leerte.
ResponderEliminarAbrazo.
Hasta pronto.
Gracias Clarisa y bienvenida.
EliminarHasta cuando gustes.
Eukel, que tengas un hermoso comienzo de semana y de mes de septiembre.
ResponderEliminarBesos
Gracias amiga, que tengas lindos días también.
EliminarOtro beso.
Ler Horizonte Circular é como caminhar por um túnel de memórias íntimas, onde a inocência, a descoberta e a sensibilidade se entrelaçam. A narrativa tem um tom confessional, que desnuda a alma e a vida sem máscaras, com uma coragem rara.
ResponderEliminarA forma como descreves os primeiros passos na sensualidade, no espanto do corpo que desperta, tem uma autenticidade quase poética, apesar da crueza. Depois, a lembrança daquela prima, o aprendizado das emoções e do toque, trazem o retrato de uma infância que se despedia, abrindo passagem ao desconhecido.
Mas é na cena das férias, com o brilho nos olhos daquela menina e a música que ecoa no tempo, que o texto se torna de uma ternura imensa. Ali está a pureza de um amor não vivido, mas que deixou marca eterna. Essa canção, que parece ter ficado suspensa no ar, se transforma em símbolo de tudo aquilo que se perde sem ter acontecido — mas que ainda assim alimenta a alma com a beleza da lembrança.
E o mais bonito é como consegues traduzir a transição: do horizonte circular da infância, cheio de possibilidades, ao traço reto da vida adulta, onde já sabemos que algo sempre se perde pelo caminho.
Um texto que toca fundo, que emociona, e que mostra como a memória é capaz de guardar luz mesmo das dores e ausências.
ABRAÇOS
Amiga Cléia, agradezco tu amistad bloguera porque verdaderamente estimula este acto humilde de transformar memorias en relatos que tengan algún interés.
EliminarEstás entre las personas más gentiles que he conocido en este tiempo de blog.
Te dejo un gran abrazo.
Eukel , je te souhaite une bonne semaine .
ResponderEliminarBisou
Eukel, veo que no publicaste nada.
ResponderEliminarQue tengas un gran día
Besos