Afuera luna menguante.
Aquí, junto a la ventana, me dispongo a escribir una carta manuscrita,
costumbre a la antigua que mantengo con amigas lejanas. Tinta, papel y un café que
dibuja nubes de delicado vapor en el vidrio. Percibo en esta endulzada taza de
negro líquido la tinta justa para cargar mi mente de palabras amables y bien
dispuestas para su viaje, en el que deberán atravesar montañas y mares desde
aquí hasta otras manos en rincones lejanos.
Pero algo se
instala en mi mente y abandono por un momento la tarea para abrirle la puerta a
sensaciones muy precisas. Y claro, tienen que ver con el recuerdo, sí, porque
el olvido es una tonta excusa para hacer de cuenta que algo no pasó.
Lo confieso:
gusto de la mujer simple, común; la que solo acepta sexo con su pareja, la que
tiene cosas por descubrir y las va descubriendo en su relación de amor. ¿Existe
algo más intenso que provocar orgasmos en la mujer que se ama? Para un hombre
¿hay algo más hermoso que estimular el primer orgasmo de una mujer? Si, ya sé,
hablo por mí.
En la vida pasional
hay un momento en el que surge el espíritu salvaje que late dentro de una
mujer, es ahí cuando aflora ella misma en todo su esplendor. Pero para que eso
ocurra es necesario que encuentre a la persona indicada, para muchos hombres se
trata de un momento cumbre: cuando ella descubre su fuego interior junto a él.
Así surge ese otro lado del amor femenino, que se oculta tras los rostros
cotidianos, que surge en la intimidad con la fuerza de un volcán. Y cuando se
manifiesta se parece más a la locura que a cualquier otra cosa. No siempre surge
ese despertar, claro, por inhibición o por no encontrar la persona que motive
lo suficiente. Pero al momento en el que sucede lo considero de una belleza
superior.
No nos
equivocamos cuando decimos que la mujer es lo más hermoso que existe; pero cada
una es un universo distinto, con sus ánimos cambiantes, con su romanticismo
particular y su pasión de aspectos propios y únicos. La misma mujer que mira el
ocaso con ojos extasiados, que huele una flor. La misma que con ternura cocina
para sus seres queridos, que baila descalza sobre la arena. La misma que
proyecta sueños, que se emociona con un simple acto de afecto, que acaricia a
un bebé... es la misma que al límite de su éxtasis llega a exclamar: haceme
lo que quieras...
Tuve la
suerte de ser el receptor de exclamaciones similares con algunas de mis parejas. Puede
que esa actitud haya sido favorecida por el hecho de que deseaban intensamente
tener la experiencia de un primer orgasmo y, posteriormente, comenzar a vivir
con intensidad lo sexual (bajo similar circunstancia otras mujeres, que también
delinearon mi historia, mantuvieron siempre su cortedad; no hago diferencias
entre unas y otras, todas han sido maravillosas para mí). Pasaron de la
vergüenza al ardor intenso, gritando en mi cara palabras de alta gama erótica,
convirtiéndose en lobas capaces de todo, de liberarse al extremo entre cuatro
paredes. Es el instinto que se abre cuando se sienten contenidas, comprendidas,
amadas. Y aquí haré mención más detallada sobre ese lado, salvaje e
inexplicable -que por suerte existe-.
No me sumo a
los hombres que se molestan por no entender a las mujeres; porque aquello que
es inexplicable en ellas es al mismo tiempo maravilloso. Hay que disfrutarlo
así, son picos de belleza. Confieso que me he sentido tentado por dar ejemplos
concretos, pero aun cuando las protagonistas de estas historias que he relatado
están protegidas por el anonimato, contar ciertos detalles de erotismo extremo
es exponerlos a la luz para que pierdan color, es preferible que queden en la
oscuridad de su arcón secreto. Sólo ofreceré fragmentos de un escrito que
alguna vez me dedicaron, cuyo texto completo es una furiosa y cautivante prosa
poética: "... quiero hacer lo que sea para satisfacerte, que me desees
de forma animal... darte mis instintos y que crezcas, que todo esto te genere
poder para dominarme. Que te quede bien en claro que soy tu puta".
Si bien sexo
y amor para muchos va por distinto camino, destaco la maravilla de estos
impulsos cuando provienen de un intenso afecto (al menos así lo siento, que
nadie crea que todos los hombres valoramos lo mismo). Soy redundante: hago
referencia a un tema puntual, a ese momento único en el que una mujer descubre
su yo salvaje con quien está a su lado.
Hay un punto
cumbre al momento del recuerdo. Luego se va disolviendo, como la noche en el
día. Observo la oscuridad intensa y a lo lejos la fina línea de un mañana. ¿Y
si resulta que las estrellas nacieron una a una con cada gemido de mujer a lo
largo de los milenios? Deliro pero me gusta la idea. Y si se me dan las ganas,
me lo creo.
Mi pocillo
de café ya está vacío. Me dispongo a continuar con la carta a medio empezar
mientras dejo por ahora guardado este escrito que, a pesar de desnudarme
mentalmente, tal vez publique algún día.
Y ya que de pasión se trata no se pierdan la incomparable interpretación de esta morocha argentina. Un tango canción que no habla de nostalgias, de
tristezas, de dramas, sino de ese amor que arrasa con todo. Para quienes no hablen nuestro idioma, dejo abajo de todo la letra.
“Cualquiera de estas noches”, por Sandra Luna
Música: Virgilio Expósito, letra: Eladia Blázquez
Para ser pasional hay que poseer energía, fuerza. La fuerza del artista plástico argentino Ricardo Carpani puede comprobarse en su serie “Martín Fierro”, personaje inmortal del escritor José Hernández. De estilo expresionista sus pinturas de vibrante fuerza expresiva son muestra clara de su simpatía por las causas sociales con un acento decididamente sudamericano. En esta obra se destaca un monumental concepto estético de las formas.
Letra de "Cualquier de estas noches"
¿Cómo
fue?... ¿pero cómo fue?...
¿Cómo estoy de pie? Sin temblar...
¿Qué pasó?... No nos vimos más...
Mi reloj se ha detenido en la muñeca.
¿Dónde estás? ¿Dónde está tu ardor,
tu cariño en flor?... ¿Dónde está?...
Vuelve a mí, que no hay bien mayor,
¡Que vivir un gran amor!
Cualquiera de estas noches voy a entrar por tu balcón...
¡Para saquearte el alma y robar tu corazón!
Sin puertas ni ventanas tu ternura y mi ansiedad,
tus ganas y mis ganas ¡con qué ganas se amarán!
Cualquiera de estas noches con los besos sin usar,
le contaré a tu boca cuanto amor le quiero dar...
Cualquiera de estas noches voy a entrar por tu balcón
¡Para saquearte el alma y morirme de pasión!
Sé
muy bien... Te conozco bien,
que no existe quien. Sólo yo...
Pero igual, sos tan especial
morirías por mostrar que ya no existo.
Pero ven... que a mi loca sed
no se dice "fue"... sin sufrir.
Vuelve a mí, que no hay bien mayor
¡Que vivir un gran amor!
...
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